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De los miedos pendejos, líbranos señor

Dicen que no hay miedos pendejos, que todos son válidos, y tal vez tengan razón, pero nos pareció una forma divertida de llamarle a esos miedos creados por la sociedad, esos que vienen de las abuelitas y que pocas veces nos detenemos a pensar si vale la pena sentir.


Hoy queremos compartir un pequeño análisis, porque cuando lo hicimos, nos dimos cuenta que son miedos pendejos, que no tiene sentido tenerlos y que definitivamente si los dejamos ir, vamos sentirnos más livianitos/as.



Miedo a las arrugas

Las arrugas salen porque salen – a no ser que seamos Amparo Grisales –

Desde que tenemos memoria, han existido cremas antiarrugas, dietas antiarrugas, ejercicios antiarrugas, cirugías y brujería antiarrugas, y por más que hagamos todo esto junto, cuando llegamos a cierta edad, las arrugas salen porque salen – a no ser que seamos Amparo Grisales – pero sabiendo esto, deberíamos tener en cuenta que arrugarnos es un proceso natural de la vida y que sentir miedo de ellas, no tiene sentido. Esto no quiere decir que nos descuidemos y que nos importe cero todo, la idea es vivir de la mejor forma posible, pero sin traumatizarnos por una pata de gallina. Las arrugas también cuentan historias; cuentan alegrías, momentos de orgullo y hasta dolores de cabeza, hacen parte de nuestro recorrido.



Miedo a tenerlo chiquito

Los que no cumplan con el estándar del negro de Whatsapp, están condenados a ser señalados (esto es mentira)

– Sí, estamos hablando del aparato reproductor masculino, pene, pito, pájaro o como quieran llamarle – El porno nos hizo creer que cuanto más grande, mejor, más placer y más virilidad y por lo tanto, los que no cumplan con el estándar del negro de Whatsapp – bueno, bueno, estamos exagerando--, pero quienes no lo tengan grande, están condenados a ser señalados y sentirse acomplejados, porque no van a ser capaces de satisfacer a otra persona, y nada de esto es verdad.


Genera tanto miedo tenerlo pequeño, que una de las búsquedas más populares en Google es: Pene, seguida de: ¿Cómo hacer más grande mi pene? peeeero, da la casualidad que, otra de las búsquedas más populares es: Irritación por penes demasiado grandes – Y esto en ningún momento, es sinónimo de placer… bueno, no para todo el mundo –


La clave en el sexo va con cosas como explorar, pensar en el placer del otro y temas de conexión, no se trata de entrar y salir y ya – Y no lo decimos nosotros, lo dicen los expertos – Es por esto que una y otra vez se ha comprobado que el tamaño NO importa, así que tenerlo más pequeño que el promedio, no debería ser un motivo que genere temor o que acompleje.



Miedo al qué dirán

Tenemos una necesidad de recibir palmaditas en la espalda, que nos afirmen que lo estamos haciendo bien

Por más rebeldes que nos creamos y por más seguros que seamos, siempre hay un miedo al qué dirán, tenemos una necesidad de recibir palmaditas en la espalda, que nos afirmen que lo estamos haciendo bien, y cuando esto no sucede, nos sentimos mal.


Pero, seamos realistas, no importa lo bien que hagamos las cosas, siempre habrá alguien criticándonos, reprobando lo que hacemos o presionándonos para que lo hagamos como ellos esperan. Entonces, ¿Por qué tener miedo a algo que inevitablemente va a pasar?


Tal vez no sea fácil callar esa voz de la mamá que no aprueba el nuevo novio, o la de la tía diciéndole a uno que está como repuestico y seguramente, nos van a retumbar en la cabeza, esas que nos dicen que nuestra idea de negocio es mala, floja o que no va a resultar y no digamos nada de los comentarios por subir una foto un poco más reveladora en Instagram – Y aquí podríamos quedarnos por los siglos de los siglos –, el caso es que siempre van a hablar, es inevitable, tenerle miedo al que dirán es como tenerle miedo a que amanezca. Así que relajémonos con eso.



Miedo a la soledad

Nos acostumbramos a estar rodeados de gente todo el tiempo, porque es lo “normal”

Como se supone que el orden de las cosas – sobretodo en Latinoamérica – es irse de la casa de los papás, a vivir con el esposo y luego los hijos, y los nietos, y así hasta que uno se muere; nos acostumbramos a estar rodeados de gente todo el tiempo, porque es lo “normal”, y eso se volvió el ideal de vida para muchos, entonces cuando estamos solos, no sabemos qué hacer, y nos parece horrible ir a cine o a comer solos, nos aterra la idea de quedarnos un viernes solos sin Netflix. Y si reflexionamos, no es miedo a la soledad, es como tener miedo a estar con nosotros mismos y el plan con uno mismo debería ser el más genial. Así que la invitación en este momento, es aprender a disfrutar cada instante con uno mismo, y que así la soledad pierda un poco de fuerza, y por ahí derecho, el miedo se va.



Miedo no tener cuerpo de bikini

Tener un cuerpo de bikini es tener un cuerpo y ponerse un bikini, ya está.

Como dicen por ahí, la mejor forma de tener un cuerpo de bikini es tener un cuerpo y ponerse un bikini, ya está; sin preocuparnos por medidas o volúmenes ¡Pero no! a alguien le pareció que los dos tipos de cuerpo que se ven lindos en bikini son las tipo Barbie, con senos y nalgas grandes, pero cintura pequeña, o las flacas, porque son como modelos europeas, pero resulta que formas de cuerpos hay muchas y este miedo a no lucir como estos dos aprobados por la publicidad y las películas de Hollywood, solo nos hace infelices a nosotras mismas. Así que aprendamos a querer el cuerpito que tenemos, con la forma que sea, porque es el que nos lleva a todas partes y hace posible que hagamos muchas de las cosas que pensamos, y amando esto, podemos ir perdiendo este miedo.


Miedo a las hamburguesas

Nuestros antojitos preferidos se volvieron nuestra peor pesadilla

– O pizzas, o perros calientes, helados, molde de nachos… pueden insertar aquí esa comida que les genera miedo comer –. Con esta onda del fitness y del bienestar y el movimiento saludable, nuestros antojitos preferidos se volvieron nuestra peor pesadilla. Ya no comemos tranquilos, nada que no vaya en esta línea, porque estamos pensando en el gluten – el nuevo satán –, el azúcar, la grasa saturada, las calorías, la cantidad de proteína, en fin, ahora comemos con miedo a engordarnos y no disfrutamos un bendito bocado, sino dice “light”. De verdad, nos engordamos más cuando comemos pensando que nos vamos a engordar, que cuando lo hacemos pensando en lo rica que está la comida – y no lo decimos nosotras, lo dice Sondra Ray, autora del libro The Only Diet is Here –, dejemos el miedo a engordarnos y disfrutemos lo que comemos, y obviamente, todo en exceso es malo, si todos los días comemos esas delicias, seguro algo fallará, pero si todos los días comemos lechuga, seguro otras vitaminas nos harán falta. La comida no es mala, ninguna, desde que se coma en forma balanceada.


Y aquí nos podríamos quedar diciendo varios miedos pendejos – a nuestro modo de verlo –, pero creemos que la idea ya quedó clara. Y no sobra aclarar que no estamos hablando de fobias creadas por algún trauma en la niñez o alguna experiencia del pasado, estamos hablando de esos miedos que simplemente, si los analizamos un poquito, nos damos cuenta que no valen la pena.


Re-relacionémonos con los miedos "pendejos"


Fotografía por: Andrés Acosta

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